EL TEATRO CLÁSICO ESPAÑOL:
CARACTERÍSTICAS Y REPRESENTANTES
El teatro clásico español corresponde al denominado Siglo de
Oro, en donde España llega a ser potencia mundial en lo político, militar, económico
y cultural. En este período la cultura española alcanza su máximo apogeo
cultural, arrancando con la publicación
de la Gramática Castellana de Nebrija (1492) hasta la muerte del insigne Pedro Calderón
de la Barca (1681).
El teatro español tiene sus antecedentes en la Edad media
con Gil Vicente, Juan de Encina, Torres Navarro, Lope de Rueda y Juan de la Cueva;
pero es en el siglo XVI donde llega a la cúspide, denominándose Teatro Clásico
Español. Este teatro se caracteriza por la diversidad de sus temas,
especialmente profanos, de versificación polimétrica, mezcla de lo trágico con
lo cómico, ruptura de las tres unidades de tiempo, espacio y acción;
predilección de la comedia de capa y espada destinada a los espectadores del
pueblo y adaptadas a la época.
Entre los temas preferidos se tienen las relaciones familiares
(infidelidad), crítica mordaz de los defectos sociales, dramas históricos y de
honor, difusión de ideas filosóficas, alegorías religiosas a través de los
autos sacramentales, la comicidad
cortesana, los amores palaciegos y del vulgo o rurales, el honor colectivo y la
concepción existencial de la vida.
Los representantes más notorios son: Miguel de Cervantes
Saavedra, Lope de Vega, Luis Vélez de Guevara, Juan Ruiz de Alarcón, Fernando
de Rojas, Tirso de Molina y Pedro Calderón de la Barca.
Argumento de la obra
Esta obra teatral pertenece a la especie del auto
sacramental, en donde el autor hace una alegoría sobre la vida y destino de los
hombres en el mundo y su recompensa de acuerdo a su actuación en el teatro del
diario vivir.
Se inicia con las palabras del
Autor (Dios) que describe el mundo con sus maravillas y encantos, pero que no
se igualará jamás a la morada divina. Sale el Mundo ante el llamado del Autor y
Éste le comunica su deseo de que se haga una comedia en cuatro partes, dirigida
por el Mundo, quien se encargará de proporcionar los personajes escogidos ex profesamente.
Dios será el Autor, el Mundo el teatro y los hombres los personajes. El Mundo
se sentirá complacido y explicará de cómo arreglará el escenario, ambientará
para que se inicie en un caos y luego haya luz, porque donde hay oscuridad no
hay fiesta. Luego adornará como se debe, al mundo porque la naturaleza como
escenografía, es el mejor regalo de Dios, lienzo hermoso pintado sin estudio,
alabanza a su beldad, sus frutos, árboles, flores, valles, montañas, ríos,
mares y sus seres: aves y brutos que las pueblan; maravilla de la creación. Ese
será el escenario digno para la comedia. Seguidamente, viene la segunda jornada
constituida por la ley escrita, el paso de Moisés por el mar Rojo, las tablas
de la Ley; para luego entrar a la tercera jornada con anuncios de otros
portentos y milagros que acaecerán en la historia de la humanidad, donde en
tres jornadas, tres leyes y un estatuto los hombres dividirán las tres edades
del mundo, ya con el escenario listo, el Autor dará el traje a cada quién y el
rol que deben cumplir, para ello el Mundo ya preparó dos puertas, por donde
saldrán será la cuna y por donde se vayan será el ataúd. Para el Rey ya tiene
las púrpuras y laurel augusto; para el Capitán, armas, valores y triunfos; para
el Ministro, libros, escuela y estudios; al Religioso, obediencia; al
facineroso, insultos; al Noble, honras; al vulgo, libertades; al labrador,
instrumentos rudos; a la Dama, adornos y perfecciones, dulce veneno para los
otros; al pobre, nada, estará desnudo. Luego llamará a los actores y les dirá
que cada quién deberá hacer bien su papel. El Mundo les llama para que les
proporcione las vestimentas y otros aparejos para la escenificación; salen el
Rico, el Rey, el Labrador, el Pobre, la Hermosura, la Discreción y un Niño. El
Rico, el Rey, la Hermosura y el Labrador dan sus alabanzas demostrando humildad
ante el Autor; Éste les contesta que está seguro que ninguno quisiera el papel
de sentir y padecer, pero sí el de mandar y regir, pero lo que importa es cómo
actuar en el escenario del Mundo. Repartirá a cada quién el papel de los personajes,
los que demuestran descontento son el Labrador, el Pobre y el Niño. El Autor
responde que lo que vale no es el personaje, sino la representación misma y que
deben hacerlo lo mejor, porque hay una recompensa al que mejor hace su papel.
Cuando la Hermosura pregunta por el nombre de la comedia, El Autor responde:
Obrar bien, que Dios es Dios. El Rey dice, lo importante es no errar en el
papel asignado; ante el pedido de ensayo, se manifiesta que para vivir no se
ensaya y para no caer en el error estará la Ley de Gracia, una sola vez se nace
y se muere.
Una vez que todos se deciden actuar, los actores piden sus
aparejos acordes con los personajes a representar; al Rey, corona y púrpura; a
la Hermosura, un ramillete; al Rico, joyas; a la Discreción, cilicio y
disciplina; Al Niño nada por su brevedad de vida; al labrador, un azadón; al
pobre, pese a su mísera situación, le desvisten, en este mundo al vestido le visten
y al desnudo le desnudan.
Ya todo listo, se le anuncia al Autor que todo está
preparado para la escenificación. Sale la Discreción que alaba al Señor e insta
para su adoración. Luego la Ley de Gracia se ubica en un lugar expectante y
dice que su misión es enmendar los errores en la comedia y que tomen en cuenta
los siguientes versos: Ama al otro como a ti / y obra bien, que Dios es Dios.
Salen la Hermosura y la Discreción y cada quien destaca su
rol y sus atributos, pero el Mundo les acusa de no llevar a bien su papel y la
Ley les recuerda que deben Obrar bien, que Dios es Dios. El Rico sale y
manifiesta su complacencia de su papel y se siente ufano, ante ello el Labrador
resignadamente explica su labor cansada y laboriosa y la Ley le dice que debe
obrar bien, que Dios es Dios. Otra vez el Pobre se lamenta de su situación, al
tiempo que el Rico dice de cómo aumentar
y utilizar benignamente su riqueza, la Ley les contesta que deben Obrar bien,
que Dios es Dios. Sale el Rey, sin querer el Rico debe postrarse, la Hermosura
trata de cautivarle y el Labrador, evitarle para no padecer otro arbitrio. El
Rey manifiesta sus poderes y se pregunta de qué él necesita; la Ley responde
Obrar bien, que Dios es Dios. Ante ello, el Pobre dice que nadie en él se fija,
nadie necesita de él, pero él necesita de los demás. El Mundo le reprende y le
dice que el único culpable de su situación es él mismo y que deje de ser
majadero. Pide a cada uno una ayuda, al Rico, la Hermosura, al Rey, al
Labrador; todos le niegan con justificación, incluso al Labrador, que le ofrece
su azadón pero que el Pobre le rechaza diciendo que no es su papel ante lo cual le responde el
labrador que su destino no sólo debe ser pedir y holgar sino también trabajar y
sudar, solo la Discreción le da un pan. La Hermosura tiene un desvarío y el Rey
le acude y desea tenerla dejándose llevar por sus pasiones, ante esta visión el
Autor dice que cada quién actúa según su albedrío y él no puede intervenir
sólo, la Ley recuerda que se debe obrar bien, que Dios es Dios. Asimismo es
bueno la comunicación en el común camino que recorren, que sin ella no hubiera
mundo. El Rey dice que diga un cuento cada uno, pero la Discreción sugiere que
expongan su pensamiento cada uno. El Rey manifiesta su pensamiento haciendo
gala de sus posesiones, sus riquezas, palacios y poderes; pero el Mundo le dice
que pida ciencia para gobernar como Salomón, es en eso que la Voz le dice que
su papel ya acabó y que debe quiera o no quiera salir por el camino del Ataúd,
pidiendo perdón el Rey por sus errores, acaba bien su papel, pero rápido será
olvidado muy a pesar que buena hacienda les ha dejado.
Toca a la Hermosura decir su pensamiento quien se ufana de
que todo lo puede conseguir con sus encantos y si es posible de reyes y si el
hombre es un pequeño mundo, la hermosura es un pequeño cielo. Pero la Voz le
dice que su papel ya terminó y por bella flor que sea le llegará la marchitarían,
la Hermosura contestará que la belleza es eterna y la Voz le dirá que la
belleza en el alma es eterna pero en el cuerpo es mortal flor, ante dicha
sentencia la Hermosura se retira hacia el Ataúd arrepentida de haber hecho bien
su papel. El Rico la echará de menos, el Labrador dice que la extrañara
mientras tenga pan, vino y lechón, al pobre no le va ni le viene su ausencia.
Igualmente el labrador tiene que acabar su papel y diciendo
que es duro trabajar la tierra, arrancar frutos al suelo, pero todo se lo debe
a Dios y darle gracias por su labor, acabando bien su papel.
Es el turno del Rico que dice que siendo tan corto el transcurrir
de la vida, hagamos dios a nuestro vientre y comamos, bebamos que mañana
moriremos y se va, demostrando gentilidad en su alma.
Al ser el turno del pobre, para finalizar su papel, el irse
a morir será el alivio de todos sus pesares, todo echa la culpa porque nació en
pecado. Ambos son llamados para salir juntos, Rico y Pobre; el uno se va
aliviado y el otro apesadumbrado por que deja el corazón en su hacienda.
La última en irse será la Discreción, que se declara ser
parte de la Religión y recomienda que mañana viendo los yerros de la comedia
corrijan los errores de hoy. Se cierra el globo de la tierra.
Ahí surge el Autor anunciando el premio o castigo que dará a
los actores según su participación en la Comedia y se cierra el globo
celestial.
Ahora el Mundo, después de la Comedia, se pone a pedir todos
los aparejos dados a los actores, primeramente lo hace con el Rey dejándole
desnudo y diciéndole que todo fue prestado para esta comedia y que otros
también esperan los dones de Rey. Similar quiere hacer con la Belleza, pero no
puede recuperar la belleza porque todo se quedó y destrozó en la sepultura, el
Mundo se lamenta de lo efímero que es la belleza. El Labrador devuelve el
azadón, dando a conocer de su labor no apreciada y vilipendiada. Ahora toca salir
juntos al Rico y al Pobre, el primero se resiste a salir del Mundo, pero el segundo
lo hace sin pesar. El Mundo le quita las joyas al Rico pero al pobre no tiene
qué quitarle. Sale el Niño, le dice que no tiene nada que devolverle porque ya
nació en la sepultura. Sale la Discreción, el Mundo le pide que devuelva los
cilicios, disciplina y abstinencia; no la quiere entregar porque las buenas
acciones no se puede deshacer del hombre.
Ahora todos se van lamentándose de no haber tenido más
reinos, riquezas, beldad, trabajo, sufrimiento; reflexionan de cómo fueron
recibidos y de cómo ahora son despedidos, el Pobre les recuerda que el único
consuelo es la oferta del Autor que les tiene reservada una cena, como premio
por su buena actuación en la Comedia ante lo cual le reprochan el Rey, el Rico,
la Hermosura sobre su atrevimiento de ir junto con ellos, a lo que la
Discreción les recuerda que en el sepulcro todos hemos sido igualados, que en
una pobre mortaja no hay distinción de personas. Similar, el Labrador le
contesta al Rico que le reprocha porque va delante suyo, sombra eres del sol
que fuiste.
Se abre el globo del cielo y espera el Autor frente a una
mesa que contiene el pan sagrado que todos ansían y veneran, llama primero al
Pobre y a la Discreción y les ofrece el alimento celestial y estos se siente
infinitamente complacidos por haber sufrido y ser sometido a rigores en la vida
terrenal. A la Hermosura, al Rey y al Labrador les asigna el purgatorio por su arrepentimiento
antes del sepulcro; el Rico es condenado a sufrir el castigo divino sin
esperanza de perdón. El Niño es quién manifiesta que no tiene ni pena ni
gloria.
Finalmente, el Autor indica que en el cielo los ángeles, en
la tierra los hombre y en el infierno el demonio, todos se postran ante el pan
y le guardan honras y alabanzas y ordena que se oigan música de chirimías y
cantos del tantum ergo.
El Mundo para finalizar dice: Y pues representaciones esta toda
vida / merezca alcanzar perdón de las unas y las Otras.
Fuente: UNSAAC