SI LO PUEDES SOÑAR, LO PUEDES HACER

NO A APRENDIDO LAS LECCIONES DE LA VIDA, QUIEN DIARIAMENTE A VENCIDO UN TEMOR...

"CONOZCO EL MIEDO.PERO LA PASSION ME HACE VALIENTE."

TEN CUIDADO CON ALGUNAS PERSONAS. HOY TE ABRAZAN, Y MAÑANA TE EMPUJAN...

LA LITERATURA ES EL ARTE DE LA PALABRA

LA LITERATURA NO ES OTRA COSA QUE UN SUEÑO DIRIGIDO..

LA ESCRITURA ES LA PINTURA DE LA VOZ

EL TRIUNFO DEL VERDADERO HOMBRE SURGE DE LAS CENIZAS DE SU ERRO...

UNA PERSONA CAMBIA POR DOS RAZONES: APRENDIO DE MASIADO O SUFRIÓ SUFICIENTE...

´LOS LIBROS SON LAS ABEJAS QUE LLEVAN POLEN DE UNA INTELIGENCIA A OTRA`...

viernes, 22 de julio de 2016

INTRODUCCION CON UNA DECLAMACION - INA 30

DECLAMACION - INA 30

TU INCONCIENCIA Y MI FE

Autor: Prof Valia Maritza Yanque Dorado 



 

jueves, 30 de junio de 2016

La Muerte de Artemio Cruz

Argumento:
Prácticamente esta obra está en base a los recuerdos de un hombre todopoderoso, llamado Artemio Cruz, que está en las postrimerías de su muerte, la cual está narrada a través de saltos del tiempo y del racconto.
Para su mejor entendimiento, la trama argumental la realizaremos en forma lineal empezando por el nacimiento de Artemio Cruz en 1889, hijo de un cacique terrateniente llamado Atanasio Menchaca y de una negra esclava que muere al dar a luz.
Las vivencias que tiene con el mulato Lunero quien le enseña el oficio de la pesca y la confección de velas, aproximadamente hasta los 13 años.    1903, recuerda de como Artemio mata a Pedro Menchaca para que no se lo lleven enganchado a Lunero, pero hay un error y al huir con Lunero, éste será muerto y Artemio logrará fugar. 1913, vienen los recuerdos de la Revolución, recuerda los días felices que tuvo al lado de Regina, sus enfrentamientos con los villistas, sus peripecias en el campo de batalla, el abandono de un soldado herido, sus deseos de fuga y deserción; pero al enterarse que su regimiento hizo huir al enemigo, regresa a la aldea y constata que Regina ha sido colgada de un árbol y toma represalias en forma solitaria, incendiando el campamento enemigo. 1915, Artemio Cruz, ya capitán carrancista cae en una emboscada de los villistas y es capturado junto el indio yaqui Tobías por el coronel Zagal y será conducido a Perales, Chihuahua; su intento de fuga y recaptura y de cómo se libró del fusilamiento y su liberación. 1919, se conoce con el gamonal Gamaliel Bernal a quien le informa de la muerte de su hijo Gonzalo; conocimiento con Catalina, hija de don Gamaliel; gracias a acciones negativas Artemio se apodera de las tierras del decadente Gamaliel Bernal quien acepta porque considera a Artemio como la nueva generación producto de la Revolución; hace huir a un tal Ramón, pretendiente de Catalina para casarse con ella. 1924, narra sobre las relaciones nada placenteras con su mujer, quién en el fondo no sabe de veras si ama a Artemio o le odia por lo que le hizo a su padre, mientras que Artemio se enfrenta a Pizarro otro terrateniente a quien desea arruinar y que en el fondo es amado por Catalina; de cómo postula a la presidencia municipal en forma arreglada para diputado general, aduciendo su participación en la Revolución, su abandono del ejército para adscribirse a la reforma agraria y el haber instaurado el orden en la comarca ante la ausencia de autoridad; sale libre de una emboscada de los pizarristas; recuerda los desacuerdos con su mujer y el darse cuenta que es un fracaso su matrimonio, a pesar de que ya tienen un hijo y otro por venir; en sus recuerdos siempre estará Regina a través de Laura, Catalina y Lilia; recordará al padre Paez, al mayor Gavilán, de sus planes para alcanzar el poder y la gloria cueste lo que cueste dejando de la lado la moral. 1927, su rol como diputado, sus pactos con el general Jiménez para mantenerse en el poder y su apoyo incondicional al nuevo presidente. 1934, recuerda las vivencias en París con su amante Laura en medio de wisky, conciertos, paseos; igualmente las vivencias con su hijo Lorenzo en Cocuya a quien ama mucho y le ofrece una vida placentera, pero Lorenzo toma la decisión de viajar a España. 1939, finales de la guerra civil española, Lorenzo se hace miliciano participa activamente en el conflicto, tiene amores con Dolores, amistad con Miguel y muere en pleno bombardeo aéreo, de todo ello le comunicó a su padre a través de sus cartas, Artemio lo recuerda con mucho dolor y nostalgia a su hijo que era todo para él. 1941, Artemio ya un próspero y poderoso empresario, siente desencanto de su pésima relación familiar, asimismo sus deseos de ser como los gringos, de hacer negocios con ellos, el ser aceptado por ellos, sentirse igual que ellos, su desprecio a los de aquí, a los mexicanos. 1947, recuerda sus vacaciones placenteras con Lilia, otra de sus amantes, en lujoso hotel y en un yate y de cómo Lilia entabla amistad con Xavier Adame, joven apuesto y su conformidad de que él es un hombre, pero ya viejo. También recuerda a su hijo y sus paseos en su hacienda de Veracruz antes de su partida a España y del sentido de culpabilidad que le echa en cara Catalina, su mujer. 1955, se narra la fiesta de San Silvestre, en la enorme residencia de Coyoacán de Artemio Cruz, junto a Lilia porque su mujer vive separada en Lomas. Cruz hace de anfitrión-rey al que todos le rinden pleitesía y nadie osa darle molestias; hay más de cien invitados, personalidades de toda  índole entre políticos, empresarios, militares y del gobierno; bailarinas exóticas, bebidas y comidas de ambrosía, prácticamente el festejo del poder y el retrato más claro de la hipocresía profesional.

Así, en medio de recuerdos y recuentos de su existencia de más de setenta años, Artemio Cruz delira en su lecho, siente que una ambulancia lo conduce al hospital en medio, otra vez, de sus recuerdos y su lucha por sobrevivir, en la sala de operaciones se siente morir y desprenderse de todo, pero le embarga el amor a su tierra, a su vida llena de contradicciones, a las cosas que adquirió, a las mujeres que amó, a sus acciones buenas y malas, su deseo de alcanzar la paz ahora que se juntan el principio y el fin de su existencia. Finalmente, Artemio Cruz muere en la mesa de operaciones.
Fuente: UNSAAC

La Cronica de una Muerte anunciada

ARGUMENTO:
Los sucesos se llevan a cabo en Manaure (La Rioja), ciudad portuaria que da al mar Caribe. Se inicia con el despertar de Santiago Nasar, joven de origen árabe; son las 5.30 de la mañana. En el pueblo hay agitación por la visita del Obispo y los grandes preparativos para su recepción. Santiago y muchos jóvenes y vecinos están con los rezagos de una fiesta de amanecida, todo por las bodas de Ángela Vicario y Bayardo San Román.
El suceso bochornoso, Ángela es devuelta por su flamante marido a su casa porque no la encontró virgen. Escándalo en la familia Vicario. Pedro y Pablo, hermanos de Ángela, la hacen confesar que el que le hizo perder su pureza fue Santiago Nasar. Los hermanos, destazadores de cerdos, azuzados por su madre, juran vengar la honra perdida.
Tras una intrigante espera y con situaciones de posibilidades de evitar el crimen; por fin los Vicario acuchillan con extrema crueldad a Santiago Nasar quien muere al llegar malherido a su casa.
Se narra la llegada misteriosa de Bayardo y las circunstancias en que se arregla su matrimonio con Ángela, las condiciones impuestas, los gastos exorbitantes y, luego del bochorno de la deshonra, la situación de los gemelos Pedro y Pablo, el éxodo de la familia Vicario con destino a Ríohacha y el final de Bayardo.
Se hace una descripción cruda y realista de la autopsia al cadáver de Santiago Nasar y el recuerdo de los acontecimientos y de cómo se ha podido evitar el desenlace trágico, porque prácticamente era una muerte anunciada por muchas personas, sean amigos, parientes, sirvientes y vecinos; pero lamentablemente se cumplió el designio.

Por último, un personaje testigo, llegado después de 27 años del trágico suceso, se interesa por los resultados de la investigación de entonces; los cuales indicaban la inocencia de Santiago Nasar, ante ello decide visitar a Ángela, ya vieja y gorda, quién se niega confesar sobre el autor de su deshonra. Luego se narra el encuentro, después de muchos años, entre Ángela y Bayardo.

fuente: UNSAAC

sábado, 11 de junio de 2016

La novela Hasipungo


ARGUMENTO:
La narración comienza con la situación de angustia que pasa el terrateniente Alfonso Pereira, quien está asfixiado por sus cuantiosas deudas y por la vergüenza que siente por el embarazo de su hija Lola producto de los amoríos indebidos con un cholo. Por exigencia de su principal acreedor, su tío Julio Pereira, y en compañía de su esposa Blanca Chanique se dirigen a su hacienda Cuchitambo, ubicado en el paso a la selva ecuatoriana.
Al llegar al pueblo más cercano a su hacienda, entabla amistad con el cura del lugar y el teniente político, Jacinto Quintana. Comunica la necesidad de hacer mejoras en la hacienda y de abrir un carretero de penetración a los bosques para una futura explotación de maderas y petróleo, cuyo interesado es el empresario norteamericano míster Chapy.
Asimismo, por recomendación del tío debe vender la hacienda y otros territorios ocupados por los indígenas, llamados huasipungueros.
Se relata la construcción del carretero aprovechando la fuerza de trabajo de los indígenas, aleccionados por las amenazas del teniente político y los temores que les infunde el cura, las tretas para conseguir más hombres, también el de evitar el abandono de la obra ofreciendo aguardiente y peleas de gallos. Al final, con algunas muertes de indígenas, se logra la hazaña, es felicitado don Alfonso Pereira por el gobierno y considerado héroe y ciudadano ejemplar para el progreso de la nación.
Se expone el abuso que se da a los indígenas en la hacienda por hacendado y su servil, el tuerto Gabriel Rodríguez. A las mujeres, como madres nutricias del niño de Lolita y también de acoso sexual. A los varones, en trabajos forzados y sin horario determinado. Las hambrunas que pasan las familias indígenas y que recurren a la carne de ganado muerto y que les causa la muerte. La explotación de los sacerdotes corruptos y mercaderes con los sacramentos al igual que el teniente político, servil a los intereses de los explotadores.

Finalmente, la orden de desalojo de los territorios que ocupan los huasipungos, pero que ellos consideran suyos y a la voz de ¡nocanchis huasipungo! Se produce una rebelión indígena donde mueren peones allegados al hacendado, este hecho provoca el retiro intempestivo del asustado míster Chapy y sus acompañantes. Al cabo de tres días se hace presente un contingente de cerca de trescientos soldados y con armamento moderno abaten uno por uno a los indios insurgentes quienes mueren con el grito de ¡nocanchis huasipungo! ¡Nocanchis huasipungo!
Fuente: UNSAAC

viernes, 10 de junio de 2016

La Novela "El hablador"

ARGUMENTO:
Esta novela presenta en forma paralela la historia de Saúl Zuratas conocido con el apelativo de Mascarita y las historias contadas por un Hablador supuestamente machiguenga. El relato comienza cuando el narrador protagonista observa en su visita a Firenze, una exposición fotográfica donde le llama la atención una en la que destaca la figura de un hablador y sus escuchas; esto le traerá al recuerdo a un amigo de juventud llamado Saúl Zuratas más conocido como Mascarita por la peculiaridad de un lunar facial, de origen judío y de su inclinación obsesiva hacia la cultura amazónica de los machiguengas del Alto Urubamba, de la discusión de que esta cultura sea integrada a la cultura occidental o mantenerlo en su estado primigenio. Luego de un tiempo, Mascarita estudia Etnología y el Narrador viaja por razones de estudio a Europa.
En forma paralela se narra a través de un hablador machiguenga la cosmogonía, creencias, mitos, tabúes, anécdotas, temores de los hombres de la Amazonia del Alto Urubamba y del Madre de Dios. El origen de su pueblo, sus dioses Tasurinchi, el que sopla los seres y cosas positivas; Kientibakori, el autor de todo lo negativo y de los diablillos del mal; su idiosincrasia de la perfección. Igualmente se hace mención a un ser muy particular que traducido al castellano equivale a conversador o hablador, de su misión y oficio en la tierra, considerado como el enlace que une a las familias dispersas de la cuenca del Alto Urubamba, narrándose la misión que tienen los machiguengas de andar hasta el fin de los días para evitar la caída del sol, hijo de Kashiri, la luna. El hablador considera a la quebradita del río Timpshía su segundo nacimiento, cuando todavía había machiguengas y frente al cual manifiesta feliz que comenzó a ser lo que es y fue lo mejor que le ha pasado, desde entonces está hablando, andando y seguirá hasta que se vaya, porque para eso es un Hablador.
Asimismo, el narrador dará a conocer sus experiencias que tuvo en el programa televisivo La Torre de Babel, su vínculo con el Instituto Lingüístico de Verano y la información de los esposos Schneil sobre el personaje misterioso llamado el hablador, que por deducción del narrador afirma que podría ser su amigo Saúl Zuratas, por lo que viaja a Pucallpa, Yarinacochas a realizar un documental sobre el pueblo machiguenga.
El autor narrador finaliza con sus reflexiones en Firenze y de la exposición fotográfica, más que los lugares paradisíacos y las lecturas sobre Maquiavelo y Dante y el recuerdo nostálgico de su amigo Mascarita, ahora casi convencido de que se había convertido en Hablador, cambiándose de nombre, piel, costumbres, tradición y de dios; borrando toda huella de su vida anterior. Lo más incomprensible y conmovedor fue su transformación de converso en hablador, porque para ello hay que sentir y vivir lo más íntimo de la cultura machiguenga; el narrador, manifiesta que en su espíritu seguirá oyendo, cercano, sin pausas, crepitante, inmemorial al hablador machiguenga.
Fuente: UNSAAC

La Novela El Cantar de Agapito Robles

ARGUMENTO:
Agapito Robles es el personero de Yanacocha y su propósito fundamental es recuperar la hacienda de Huarautambo que hace muchísimos años le fue arrebatada a la comunidad por el hacendado Barda.
En aqu
el tiempo, un hombre había levantado una choza en la loma Escapata. Los celadores de Huarautambo se lo increparon, lo llevaron preso; pero este avisó a sus familiares quienes lo liberaron por la fuerza. Mientras esto sucedía, el pequeño hacendado Barda se apoderó de las tierras de Huarautambo. De él desciende la estirpe de usurpadores que se adueñó de la hacienda.
Muchos personeros antes de Agapito también quisieron recuperar la hacienda de Huarautambo sin suerte alguna. Pero Agapito Robles no se dará por vencido fácilmente. Francisco Montenegro es el juez de Yanahuanca desde hace 30 años. Él y su esposa Pepita Barda, ejercen poder absoluto, cometen un sin número de atrocidades en contra de los comuneros, los encarcelan y les confiscan sus propiedades sin razón justificable. En el colmo de la exageración los esposos han modificado las fechas de tal manera que los comuneros han perdido la noción del tiempo. Así se aprecia en la novela que los meses se han entremezclado y los pobres comuneros aseguran estar en el año 2192. Esto obedece al gusto desmedido de doña Pepita por las fiestas, quien quiere celebrar dos o tres veces al año las mismas fiestas.
Agapito Robles está preso por la muerte de Amador Leandro, aunque todos declaran que él murió en un accidente, el juez Montenegro insiste en que fue un homicidio y Agapito debe permanecer 15 meses en la cárcel, tiempo en que demora su esposa en conseguir 1500 soles para su liberación. Cuando Agapito queda en libertad va a visitar a su padre Juan Robles y se entera que sus bienes le han sido embargados por el juez Montenegro. Ese día Agapito se hace el firme propósito de que los yanacochanos nunca más implorarían y por el contrario lucharían por lo que les pertenece. Es así que a fin de convencer a todos los pobladores de que es necesario iniciar una lucha contra las injusticias del juez Montenegro. Finalmente se conforma el comité de lucha por la recuperación de la Hacienda Huarautambo que se llevará a cabo el 29 de agosto pocos días antes muere el caballo Cachabotas y Agapito debe reemplazarlo rápidamente por otro. Llegado el día los comuneros descubren que han sido traicionados pues alguien había quitado el badajo de la campana que les servía de aviso a los pobladores; sin embargo, es tarde para retroceder. Se descubre que el Chuto Ildefonso es quien los traicionó pues se enfrenta a Agapito y le pide que deponga su actitud pues no debe de alterar el orden de las cosas,que siempre hay personas que están arriba y personas que están abajo, pero que los de arriba protegen a los de abajo. Esto ha sido siempre y debe continuar. Agapito no entiende estas razones y continúa con su incursión en las tierras de Huarautambo.

Cuando logran apoderarse totalmente de las tierras, doña Pepita llora desconsoladamente y suplica a los yanacochanos que no a echen del lugar, pero nadie cree en sus lágrimas, pues son múltiples las ocasiones en las que esta mujer ha demostrado la crueldad en sus actos.El juez Montenegro derrama también una lágrima, este hecho desencadena mágicamente que  las cataratas del Yawarcocha reinicien su recorrido inundando la hacienda. Así los yanacochanos toman posesión del lugar.

Pasado algún tiempo, cuando los yanacochanos celebran el triunfo, llega al lugar un nutrido número de guardias civiles, quienes atacan con todo, Agapito inicia un baile vertiginoso con su poncho multicolor, tratando tal vez de infundir confianza en los comuneros, pero la incursión de los guardias y la posterior masacre es contundente. Paralela a esta historia surgen otras como la de Maca Albornoz, mujer extremadamente bella que seduce a los hombres para luego burlarse públicamente de ellos, pues le place pisotear a quienes pisotean. Nuño, es el sirviente de Migdonio de la Torre- rendido admirador de la belleza de Maca y que incluso llega a pedirle matrimonio-. Nuño por su parte también ama secretamente a Maca y la fuerza de ese amor hace que sea capaz de crear hermosas pinturas de motivos religiosos que causa la admiración de propios y extraños.

También  surge en la novela la presencia de Cecilio Encarnación, un hombre indígena que se autoproclama como el Fiador del Mundo pues se considera primo hermano de Jesús y que Dios lo ha enviado en calidad de Arcángel para iniciar la guerra santa contra los blancos y explotadores. Finalmente el obispo de Huánuco solicita su excomunión por herejía.  Cecilio es apresado y enviado al ejército.
Otro personaje es el profesor Julio Vento que había llegado a Yanacocha hace 20 años. Él goza del respeto y el aprecio de todos los yanacochanos. Vento necesita un local para su escuela y los comuneros le asignan una tierra para su construcción, pero el juez reclama la pertenencia de esas tierras.
Los hermanos Carbajal son llamados amarillos, pues ambos trabajan para el opresor Montenegro, Julio es profesor de la escuela 4953, y cuando –según sus cálculos- está pronta la celebración de Fiestas patrias, empieza los ensayos de las marchas escolares con los alumnos. Pero el juez Montenegro le increpa no haber pedido permiso para efectuar esos festejos y también lo manda encarcelar. Semanas después su hermano Isaac, también es encarcelado por fraude al municipio.
También se cuenta la historia de doña Añada, una anciana que sirvió en la casa de los Montenegro y al ser echada se gana la vida tejiendo ponchos multicolores con escenas diversas que resultan siendo premonitorias del destino que acecha a los yanacochanos.
fuente: UNSAAC

Los Rios Pronfundos

LOS RÍOS PROFUNDOS

BIOGRAFÍA: 
José María Arguedas Altamirano (Andahuaylas, 18 de enero de 1911 - Lima, 2 de diciembre de 1969)fue un escritor, poeta  ,traductor, profesor, antropólogo y etnólogo peruano. Fue autor de novelas y cuentos que lo han llevado a ser considerado como uno de los tres grandes representantes de la narrativa indigenista en el Perú, junto con Ciro Alegría y Manuel Scorza. Introdujo en la literatura indigenista una visión interior más rica e incisiva. La cuestión fundamental que se plantea en sus obras es la de un país dividido en dos culturas (la andina de origen quechua y la occidental, traída por los españoles), que deben integrarse en una relación armónica de carácter mestizo. Los grandes dilemas, angustias y esperanzas que ese proyecto plantea son el núcleo de su visión.Su labor como antropólogo e investigador social no ha sido muy difundida, pese a su importancia y a la influencia que tuvo en su trabajo literario. Se debe destacar su estudio sobre el folclore peruano, en particular de la música andina; al respecto tuvo un contacto estrechísimo con cantantes, músicos, danzantes de tijeras y diversos bailarines de todas las regiones del Perú. Su contribución a la revalorización del arte indígena, reflejada especialmente en el huayno y la danza, ha sido muy importante.Fue además traductor y difusor de la literatura quechua, antigua y moderna, ocupaciones todas que compartió con sus cargos de funcionario público y maestro. Su obra maestra fue Los Ríos Profundos.

ARGUMENTO:

Los ríos profundos (1958) es para muchos la síntesis más perfecta del mundo andino y el español. Su autor, el escritor y antropólogo peruano José María Arguedas, concibe toda su literatura alrededor de un proyecto: un país dividido entre dos culturas (la andina, de origen quechua, y la urbana, de raíces europeas) que deben integrarse en una relación armónica de carácter mestizo. Y resulta ser en esta obra, Los ríos profundos, donde mejor se plasman los grandes dilemas, angustias y esperanzas que ese proyecto plantea.

I.- EL VIEJO


Catedral del Cuzco.
El relato empieza cuando el narrador (Ernesto) cuenta su llegada al Cuzco, acompañando a su padre Gabriel, quien era abogado y viajaba continuamente buscando dónde ejercer su profesión. En la antigua capital de los incas visitan a un pariente rico al que conocen como El Viejo, para solicitarle alojamiento y trabajo, pero este resulta ser un tipo avaro, tosco y con fama de explotador, por lo que deciden abandonar la ciudad y buscar otros rumbos. Pero antes pasean por la ciudad. Ernesto se deslumbra ante los majestuosos muros de los palacios de los incas, cuyas piedras finamente talladas y perfectamente encajadas le parecen que se mueven y hablan. Luego pasan frente a la Iglesia de la Compañía y visitan la Catedral, donde oran frente a la imagen del Señor de los Temblores. Allí se encuentran nuevamente con el Viejo, quien estaba acompañado de su sirviente indio o pongo, símbolo de la raza explotada. Ernesto no puede contener el desagrado que le produce el Viejo y lo saluda secamente.

II.- LOS VIAJES

En este capítulo el narrador relata los viajes de su padre como abogado itinerante por diversos pueblos y ciudades de la sierra y de la costa, viajes en los que le acompaña desde muy niño. Cuenta anécdotas curiosas que les toca vivir a ambos en algunos pueblos. Llegan por ejemplo a un pueblo cuyos niños salían al campo a cazar aves para que no causaran estragos en los trigales. En ese mismo pueblo, había una cruz grande en la cima de un cerro, que durante una festividad religiosa era bajada por los indios en hombros. En otra ocasión llegan aHuancayo, donde casi se mueren de hambre pues sus habitantes, que odiaban a los forasteros, impidieron que los litigantes (clientes) fueran a verles. En otro pueblo las personas les miran con rabia, a excepción de una joven alta y de ojos azules, que parecía más amigable. Ernesto se venga en esa ocasión cantando huaynos a todo pulmón en las esquinas. En Huancapi, cerca de Yauyos, contempla cómo unos loros que posaban en los árboles son muertos a balazos por unos tiradores, siendo lo extraño que dichas aves no se animaran a alzar vuelo y cayeran así mansamente, una tras otra. De allí pasan a Cangallo y siguen haciaHuamanga, por la pampa de los morochucos, célebres jinetes de quienes se decía que eran descendientes de los almagristas.

III.- LA DESPEDIDA

Cuenta el narrador cómo su padre le promete que sus continuos viajes acabarían en Abancay, pues allí vivía un notario, viejo amigo suyo, quien sin duda le recomendaría muchos clientes. También le promete que le matricularía en un colegio. Llegan pues a Abancay y se dirigen a la casa del notario, pero éste resultó ser hombre enfermo y ya inútil para el trabajo, y para colmo, con una mujer e hijos pequeños. Descorazonado, el padre prefiere alojarse en una posada, donde coloca su placa de abogado. Pero los clientes no llegan y entonces decide reemprender sus viajes. Pero esta vez ya no le podrá acompañar Ernesto, pues ya estaba matriculado de interno en un colegio de religiosos de la ciudad, cuyo director era el Padre Linares. Su decisión se apresura cuando un tal Joaquín, un hacendado de Chalhuanca, llega a Abancay a solicitarle sus servicios profesionales. Ernesto se despide entonces de su padre y se queda en el internado.

IV.- LA HACIENDA

En este capítulo el narrador cuenta la vida de los indios de la hacienda colindante a Abancay, Patibamba, a donde solía ir los domingos tras salir del internado, pero a diferencia de los indios con quienes había pasado su niñez, estos parecían muy huraños y vivían encerrados. Relata también las misas oficiadas por el Padre, y como éste predicaba el odio hacia los chilenos y el desquite de los peruanos por la guerra de 1879 (recordemos que eran los años de 1920, en plena tensión peruano-chilena por motivo del litigio por Tacna y Arica) y elogiaba a la vez a los hacendados, a quienes calificaba como el fundamento de la patria, pues eran, según su juicio, los pilares que sostenían la riqueza nacional y los que mantenían el orden.

V.- PUENTE SOBRE EL MUNDO

El título de este capítulo alude al significado del nombre quechua de Pachachaca, el río cercano a Abancay, sobre el cual los conquistadores españoles construyeron un puente de piedra y cal que hasta hoy sobrevive. Con la esperanza de poder encontrar a algún indio colono de la hacienda, Ernesto aprovecha los domingos para visitar Huanupata, el barrio alegre de Abancay, poblado de chicherías, arrabal pestilente donde también se podían encontrar mujeres fáciles. Para su sorpresa no encuentra a ninguno de los colonos, y solo ve a muchos forasteros y parroquianos. De todos modos continua frecuentando dicho barrio, pues los fines de semana iban allí músicos y cantantes a tocar arpa y violín y cantar huaynos, lo que le recordaba mucho a su tierra. Luego pasa a describir la vida en el internado; en primer lugar cuenta como el Padre organizaba a los alumnos en dos bandos, uno de «peruanos» y otro de «chilenos» y lo hacía enfrentar en el campo, a golpes de puño y empellones, como una manera de «incentivar» el espíritu patriótico. Luego menciona a los alumnos, refiriendo sobre sus orígenes y características: el Lleras y el Añuco, que eran los más abusivos y rebeldes de los alumnos; el Palacitos, el de menor edad, y a la vez el más tímido y débil de todos; el Romero, el Peluca y otros más. También se menciona a una joven demente, la opa Marcelina, que era ayudante en la cocina y que solía ser desnudada y abusada sexualmente por los alumnos mayores, sobre todo por el Lleras y el Peluca. El Lleras incluso trata de forzar al Palacitos para que tenga relaciones sexuales con la opa, mientras ésta era sujetada en el suelo con el vestido levantado hasta el cuello. El Palacitos se resiste, llorando y gritando. El Romero, hastiado de los abusos del Lleras, le reta a pelear, pero el encuentro no se produce.

VI.- ZUMBAYLLU

Esta vez Ernesto relata como uno de los alumnos, el Ántero o Markask’a, rompe la monotonía de la escuela al traer un trompo muy peculiar al cual llaman zumbayllu, lo que se convierte en la sensación de la clase. Para los mayores solo se trata de un juguete infantil pero los más chicos ven en ello un objeto mágico, que hace posible que todas las discusiones queden de lado y surja la unión. Ántero le regala su zumbayllu a Ernesto y se vuelven desde entonces muy amigos. Ya con la confianza ganada, Ántero le pide a Ernesto que le escriba una carta de amor para Salvinia, una chica de su edad a quien describe como la niña más linda de Abancay. Luego, ya en el comedor, Ernesto discute con Rondinel, un alumno flaco y desgarbado, quien le reta a una pelea para el fin de semana. Lleras se ofrece para entrenar a Rondinel mientras que Valle alienta a Ernesto. En la noche, los alumnos mayores van al patio interior; allí el Peluca tumba a la opa Marcelina y yace con ella. De lejos, Ernesto ve que el Lleras y el Añuco amarran sigilosamente algo en la espalda del Peluca. Cuando éste vuelve al dormitorio, Ernesto y el pampachirino se espantan al ver unas tarántulas o apasankas atadas en su saco, pero los otros internos se ríen; el mismo Peluca arroja y aplasta sin temor a los bichos.

VII.- EL MOTIN

A la mañana siguiente, Ernesto le entrega a Ántero la carta que escribió para Salvinia; Ántero la guarda sin leerla. Luego le cuenta a su amigo su desafío con Rondinel. Ántero se ofrece para amistarlos y lo logra, haciendo que los dos rivales se den la mano. Luego todos se van a jugar con los zumbayllus. Al mediodía escuchan una gritería en las calles y divisan a un tumulto conformado por las chicheras del pueblo. Algunos internos salen por curiosidad, entre ellos Ántero y Ernesto, que llegan hasta a la plaza, la que estaba copada por mujeres indígenas que exigían que se repartiera la sal, pues a pesar de que se había informado que dicho producto estaba escaso, se enteraron que los ricos de las haciendas las adquirían para sus vacas. Encabezaba el grupo de protesta una mujer robusta llamada doña Felipa, quien conduce a la turba hacia el almacén, donde encuentran 40 sacos de sal cargados en mulas. Se apoderan de la mercancía y lo reparten entre la gente. Felipa ordena separar tres costales para los indios de la hacienda de Patibamba. Ernesto la acompaña durante todo el camino hacia dicha hacienda, coreando los huaynos que cantaban las mujeres. Reparten la sal a los indios, y agotado por el viaje Ernesto se queda dormido. Despierta en el regazo de una señora blanca y de ojos azules, quien le pregunta extrañada quién era y qué hacía allí. Ernesto le responde que había llegado junto con las chicheras a repartir la sal. Ella por su parte le dice que es cusqueña y que se hallaba de visita en la hacienda de su patrona; le cuenta además cómo los soldados habían irrumpido y a zurriagazos arrebataron la sal a los indios. Ernesto se despide cariñosamente de la señora y luego se dirige hacia el barrio de Huanupata, donde se mete en una chichería para escuchar a los músicos. Al anochecer le encuentra allí Ántero, quien le cuenta que el Padre Linares estaba furioso por su ausencia. Ambos van a la alameda a visitar a Salvinia y a su amiga Alcira; ésta última estaba interesada en conocer a Ernesto, según Ántero. Pero al llegar solo encuentran a Salvinia, quien se despide al poco rato pues ya era tarde. Ántero y Ernesto vuelven al colegio.

VIII.- QUEBRADA HONDA.

Ya en el colegio Ernesto es llevado por el Padre a la capilla. Luego de azotarlo el Padre le interroga severamente. Ernesto se atreve a responderle que solo había acompañado a las mujeres para repartir la sal a los pobres. El Padre le replica diciéndole que aunque fuese por los pobres se trataba de un robo. Finalmente castiga a Ernesto prohibiéndole sus salidas del domingo. Al día siguiente Ernesto acompaña al Padre al pueblo de los indios de la hacienda. El Padre se sube a un estrado y empieza a sermonear a los indios en quechua. Les dice que todo el mundo padece, unos más que otros, pero que nada justifica el robo, que el que roba o recibe lo robado es igual condenado. Pero se alegraba que ellos hubieran devuelto la mercancía y que ahora la recibirían en mayor cantidad. Ante esta prédica ardiente las mujeres rompen en llanto y todos se arrodillan. Terminada su prédica, el Padre ordena a Ernesto volver al colegio, mientras que él se quedaría a dar la misa. Ernesto aprovecha para averiguar sobre la señora de ojos azules. El mayordomo de la hacienda le responde que conocía a la tal señora pero que ella se iría con su patrona al día siguiente, por temor al arribo del ejército, que venía a imponer el orden. Ernesto regresa al colegio y le recibe el hermano Miguel, quien le da el desayuno y le cuenta que esa mañana dedicaría a los alumnos a jugar voley en el patio. Luego irrumpe Ántero trayendo un Winku, un trompo o Zumbayllu especial, al cual calificaba de layka o «brujo» por tener, según su creencia, propiedades mágicas, como enviar mensajes a personas lejanas. Convencido, Ernesto hace bailar el winku mandándole un mensaje a su padre, diciéndole que estaba soportando bien la vida en el internado. Entretenidos estaban así cuando de pronto oyen gritos en el patio. Se acercan y ven al hermano Miguel ordenando caminar de rodillas al Lleras, de quien manaba sangre por la nariz. Se enteran que el Lleras había primero empujado al hermano insultándole soezmente, solo porque le había marcado un foul en el juego; en respuesta el hermano le dio un puñetazo tumbándolo al suelo. En medio del tumulto arriba el Padre director, quien pregunta qué ocurría. El hermano Miguel, luego de contar el incidente, explica que reaccionó así al ver mancillado en su persona el hábito de Dios. El Padre ordena al Lleras a ir a la capilla; los demás internos se quedan en el patio y discuten entre ellos; el Palacitos teme que ocurra una desgracia en el pueblo por la ofensa hecha a un religioso; el Valle y el Chipro se pelean, quedando muy malparado el primero. Al día siguiente se esparce la noticia de que el ejército entraría en Abancay para imponer orden. El Padre ordena que todos los alumnos se reconcilien con el hermano Miguel, quien les pide perdón y abraza a cada uno de ellos, pero cuando se acerca al Lleras, éste le hace un gesto de repulsión y se corre a esconderse. No lo vuelven a ver más; después supieron que aquella misma noche huyó del colegio. El Añuco también se alista para irse del colegio, aunque reconciliado con todos. El Palacitos se alegra pues cree que con la reconciliación ya no ocurrirán más desgracias en el pueblo.

IX.- CAL Y CANTO

A la ciudad llega un regimiento de soldados para reprimir a las indias revoltosas. Los soldados ocupan las calles y plazas. Instalan el cuartel en un edificio abandonado. Ernesto pide al Padre que lo dejara regresar donde su papá, pero el Padre se niega, dándole permiso en cambio para salir el sábado a la ciudad, con el Ántero. Ernesto le pide al Romerito que por medio del canto de su rondín envíe un mensaje a su padre. Los alumnos comentan los chismes de la ciudad: las chicheras capturadas son azotadas en el trasero desnudo, y al responder a los militares con su lenguaje soez, les meten excremento en la boca. Cuentan también que doña Felipa y otras chicheras habían huido cruzando el puente del Pachachaca, donde dejaron a una mula degollada, con cuyas tripas cerraron el paso atándola a los postes. La cabecilla dejó su rebozo en lo alto de una cruz de piedra, a manera de provocación. Al acercarse los soldados, estos reciben disparos de lejos y no se atreven por lo pronto a perseguirlas, pues las chicheras ya iban con ventaja. Llegado el sábado, Ernesto y Ántero conversan en el patio del colegio. Ántero cuenta que el Lleras había huido del pueblo, junto con una mestiza; el Ernesto señala que no podría seguir más allá del Apurímac pues el sol lo derretiría. En cuanto al Añuco, comentan que los Padres planeaban hacerle fraile. También mencionan el temor de la gente de que doña Felipa retornase con los chunchos (selváticos) a atacar las haciendas y revolver a los colonos; ante esa situación, el Ántero dice que estaría de parte de los hacendados. Ambos van a la alameda, a visitar a Salvinia y a su amiga Alcira. Al ver a esta última, Ernesto nota que se parecía mucho a Clorinda, una jovencita del pueblo de Saisa, de quien en su niñez se había enamorado y de la que jamás volvió a saber. Pero nota que Alcira tiene las pantorrillas muy anchas y eso le desagrada. Al poco rato Ernesto se despide, y corriendo llega al barrio de Huanupata, metiéndose en una chichería, que estaba llena de soldados. Uno de estos afirma que Felipa estaba muerta. Cuando Ernesto pregunta a una de las mozas si era cierto eso, ésta se ríe y lo empuja, botándole de la chichería. Ernesto se va corriendo hacía el puente del Pachachaca, para ver los restos de la mula muerta y el rebozo de doña Felipa que flameaba en la cruz. Al llegar, divisa al padre Augusto que bajaba cuesta abajo, seguido sigilosamente por la opa Marcelina. Ésta, al ver el rebozo, se detiene frente la cruz. Se sube en ella y ya con la prenda en su poder se deja caer, resbalando hasta el suelo. Se coloca el rebozo con alegría y continúa siguiendo al padre Augusto, quien iba a dar misa a Ninabamba, una hacienda aledaña. Ernesto retorna a la ciudad y ya al atardecer regresa al colegio donde se entera que al día siguiente partiría Añuco hacia el Cuzco.

X.- YAWAR MAYU

Los alumnos se enteran que la banda del regimiento dará retreta en la plaza de la ciudad después de la misa del día siguiente, domingo. El Chipro reta al Valle a pelear ese día. Ya muy de noche vienen a recoger al Añuco, y todos lo despiden; el Añuco regala sus «daños» o canicas rojas al Palacitos. Todos se sienten conmovidos. Al día siguiente se levantan muy temprano y deciden que no haya ya pelea entre el Chipro y Valle. Van todos a ver la retreta en la plaza. La banda militar la conforman reclutados que tocan instrumentos musicales de metal; el Palacitos estalla de alegría al reconocer en el grupo al joven Prudencio, de su pueblo natal. Ernesto se retira para buscar a Ántero y a Salvinia y Alcira. Encuentra a las dos chicas pero ve que un joven, que se identifica como hijo del comandante de la Guardia, invita a Salvinia a caminar, tomándola del brazo. Tras ellos va otro muchacho. De pronto aparece Ántero furioso, quien increpa a los dos jóvenes. Les dice que la chica es su enamorada. Se produce una gresca. Ernesto deja a Ántero con su lío y se dirige al barrio de Huanupata. Entra a una chichería donde se estaba un arpista, a quien todos admiran y llaman el papacha Oblitas. Al local ingresa luego un cantor, que había llegado a la ciudad acompañando a un kimichu (indio recaudador de limosnas para la Virgen); Ernesto recuerda haberlo visto, años atrás, en el pueblo de Aucará, durante una fiesta religiosa. Conversan ambos. El cantor dice llamarse Jesús Waranka Gabriel y relata su vida errante. Ernesto le invita un picante. Una moza empieza a cantar una canción en la que ridiculiza a los guardias, apodados «guayruros» (frijoles) por el color de su uniforme (rojo y negro). El arpista le sigue el ritmo. Un guardia civil que pasaba cerca escucha e ingresa al local, haciendo callar a todos. Se produce un tumulto y los guardias se llevan preso al arpista. Los demás se retiran. Ernesto se despide del cantor Jesús y regresa a la plaza. Ve al Palacitos, alegre y orgulloso, que no dejaba al Prudencio. También encuentra a Ántero, quien se había amistado con el joven con quien peleara poco antes. Se lo presenta: se llamaba Gerardo y era natural de Piura. El otro joven que le acompañaba era su hermano Pablo. Ernesto les estrecha las manos. Luego se despide y se encuentra con el Valle, paseando orondo con su ridículo k’ompo o corbata y escoltado por señoritas. Decide volver al colegio pero antes quiere visitar al papacha Oblitas, que estaba en la cárcel. El guardia de la entrada no lo deja ingresar; solo le informa que el arpista sería liberado pronto. Ernesto retorna entonces al colegio y se topa con Peluca, a quien encuentra muy angustiado pues ya no encontraba a la opa. La cocinera le cuenta a Ernesto que la opase había subido a la torre que dominaba la plaza. Ernesto va a buscarla, y efectivamente, encuentra a la opa echada en lo alto de la torre, mirando sonriente y feliz a la gente de abajo. Llevaba aún el rebozo de doña Felipa. No queriendo turbar su breve rato de alegría, Ernesto la deja y sigilosamente baja de la torre y retorna al colegio.

XI.- LOS COLONOS

Los guardias que fueron en persecución de doña Felipa no logran capturarla. Poco después los militares se retiran de la ciudad y la Guardia Civil ocupa el cuartel. Ernesto no entiende a muchas señoritas de la ciudad, quienes se habían deslumbrado con los oficiales y lloraban su partida. Se decía que algunas habían sido deshonradas «voluntariamente» por algunos oficiales. En el colegio, Gerardo, el hijo del comandante se convierte en una especie de héroe. Supera a todos en diversas disciplinas deportivas. Solo al Romero no logra ganarle en salto. El Ántero se convierte en su amigo inseparable. Ernesto se enoja cuando ambos, Gerardo y Ántero, empiezan a hablar de las chicas como si fueran trofeos de conquista, jactándose que cada uno tenía ya dos enamoradas al mismo tiempo. En cuanto a Salvinia, Ántero ya la había dejado, por coquetear, según él, con Pablo, pero junto con Gerardo la tenían «cercada» y no dejaban que ningún chico se le acercara. Mientras que ambos tenían a su disposición todas las mujeres que quisieran, pues ellas se les entregaban. Ernesto se molesta y les dice que ambos son unos perros iguales al Lleras y al Peluca. Se alteran y en el calor de la discusión Ernesto insulta y patea a Gerardo; Ántero los contiene. Aparece el Padre Augusto y ante él Ernesto trata de devolver a Ántero su zumbayllu, pero Ántero no lo acepta pues se trataba de un regalo. El Padre les pide que resuelvan entre ellos su problema. Desde entonces Ántero y Gerardo no volvieron a hablar con Ernesto. Éste entierra el zumbayllu en el patio interior del colegio, sintiendo profundamente el cambio de Ántero, a quien compara con una bestia repugnante. Por su parte Pablo, el hermano de Gerardo, se amista con el Valle, y junto con otros jóvenes forman el grupo de los más elegantes y cultos del colegio. Otro día Ernesto se encuentra con el Peluca, quien estaba preocupado porque la opa ya no aparecía. Decían que estaba enferma, con fiebre alta. Los alumnos comentan el rumor de que la peste de tifo causaba estragos en Ninabamba, la hacienda más pobre cercana a Abancay, y que podía llegar a la ciudad. A la mañana siguiente Ernesto se levanta con un presentimiento y va corriendo a la habitación de la opa: la encuentra ya agonizante y llena de piojos. Muy cerca la cocinera lloraba. El Padre Augusto ingresa de pronto y ordena severamente a Ernesto que se retire. El cuerpo de la opa es cubierto con una manta y sacado del colegio. A Ernesto lo encierran en una habitación, temiendo que se hubiera contaminado con los piojos, transmisores del tifo. Le lavan la cabeza con creso pero luego le revisan el cabello y no le encuentran ningún piojo. El Padre le comunica que suspendería las clases por un mes y que le dejaría volver donde su papá. Pero debía permanecer todavía un día encerrado. Todos los alumnos se retiran, sin poder despedirse de Ernesto, a excepción del Palacitos, quien se acerca a su habitación y por debajo de la puerta le deja una nota de despedida y dos monedas de oro «para su viaje o para su entierro». El portero Abraham y la cocinera también presentan síntomas de la enfermedad. Abraham regresa para morir a su pueblo, y la cocinera fallece en el hospital. El Padre al fin decide soltar a Ernesto, al tener ya el permiso de su papá de enviarlo donde su tío Manuel Jesús, «el Viejo». Ernesto le desagrada al principio la idea pero al saber que en las haciendas del Viejo, situadas en la parte alta del Apurímac, laboraban cientos de colonos indios, decide partir cuanto antes. Libre al fin y ya en la calle, Ernesto decide ir primero a la hacienda Patibamba, la más cercana a Abancay, para ver a los colonos. Al cruzar la ciudad, la encuentra solitaria y con todos los negocios cerrados. Entra en una casa y encuentra a una anciana enferma echada en el suelo, abandonada por su familia y esperando la muerte. Ya en la salida de la ciudad se topa con una familia que huía con todos sus enseres. Se entera que pronto la ciudad sería invadida por miles de colonos (peones indios de las haciendas) contagiados de la peste, los cuales venían a exigir que el Padre les oficiara una misa grande para que las almas de los muertos no penaran. Ernesto llega al puente sobre el Pachachaca y lo encuentra cerrado y vigilado por los guardias. Pero él sale de la ciudad por los cañaverales y llega hasta las chozas de los colonos de Patibamba. Pero ninguno de ellos lo quiere recibir. A escondidas observa a una chica de doce años extrayendo nidos de piques o pulgas de las partes íntimas de otra niña más pequeña, sin duda su hermanita. Conmovido por tal escena, Ernesto se retira corriendo, y termina tropezándose con una tropa de guardias encabezada por un sargento. Tras identificarse ante estos, el Sargento le dice que Gerardo, el hijo del comandante, le había encargado protegerlo mientras se hallara en la ciudad. Ernesto responde que Gerardo no era igual que él, pero el Sargento no le entiende. Aprovecha la ocasión ofreciéndose para llevar un mensaje del Sargento para el Padre, por el cual el oficial avisaba que tenía la orden de sus superiores de dejar pasar a los colonos; que los guardias se retirarían a medida que avanzaran estos y que a medianoche estarían llegando los indios a la ciudad. Ernesto vuelve entonces al colegio, dando el mensaje al Padre. Este le dice estar ya dispuesto a dar la misa y que ordenaría dar tres campanadas a medianoche, para reunir a los indios. Solo en caso de que no llegara el sacristán solicita a Ernesto que le ayude en la misa. Pero aquel llega y Ernesto se queda entonces a dormir en el colegio; escucha las campanadas y se da cuenta que la misa es corta. Al día siguiente se levanta temprano y parte, esta vez ya definitivamente, de la ciudad. Se da tiempo de dejar una nota de despedida en la puerta de la casa de Salvinia, junto con un lirio. Cruza el puente del Pachachaca y contempla las aguas que purifican al llevarse los cadáveres a la selva, el país de los muertos, tal como debieron arrastrar el cuerpo del Lleras. Así concluye el relato.
Fuente: UNSAAC